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Lo vivido hasta el momento es conocido por todos. ¿Qué cosas han cambiado en nuestras relaciones ante la extraña presencia/convivencia del intruso viral? ¿Qué caminos recorrimos social, educativa y personalmente? En primer lugar, nuestra primera reacción fue alejar al intruso de todas las formas posibles: cerrar los puertos, endurecer las fronteras, levantar los muros, cerrar las escuelas, aislarse,… y con el transcurrir del tiempo convertirnos, nosotros mismos en intrusos, en fuente de peligro no solo para nosotros mismos sino para los demás, para los “otros”. Intrusos entonces, que intentamos sobrevivir pero, ¿de qué manera?, ¿qué significa convivir con el intruso, convivir con el virus, o con nosotros mismos?

El intruso se introduce en un lugar o en una reunión sin derecho o autorización y en este sentido hemos aprendido y seguiremos aprendiendo, apostando siempre a la construcción de una libertad colectiva, solidaria y humanitaria. Valoramos entonces que la libertad individual, (primera generación de derechos), evolucione indefectiblemente hacia una conciencia de libertad colectiva, (derecho de tercera generación que incluye a toda la humanidad), no solo ante este virus, COVID 19, sino ante la VIDA. La educación como modo de vida, sostenida en estos pilares/ideales, la escuela como entretejido de sostén y el hecho educativo: encuentro con el otro, piso de realidad y techo infinito, siempre mágico y posible, nos transformará a todos en la voluntad de ir más allá, siempre cuidando y atendiendo las necesidades de los “otros”, alentando la curiosidad y el saber, ampliando la mirada y las preguntas, solidarizándose a través de la palabra y de los gestos en un acto de hospitalidad, amabilidad y dignidad. Nuevos modos de estar, de mirar, de intentar, de esperar, de jugar, de incluir, de ser escuela, de ser jardín de infantes; todo se ha transformado: “nuevas formas de ofrecer el conocimiento y lo posible se constituye no como respuesta a lo necesario, sino como apertura a otras conexiones que, hasta ahora, se suponían imposibles”. (Rancière, 2004).

Lo posible debe celebrarse, celebrar la posibilidad de dar cabida a temas que impliquen una conversación sobre la vida y la realidad, construyendo juntos nuevos horizontes que animen a seguir andando y amando el tiempo de intentar una libertad cada vez más colectiva, solidaria y humanitaria: la del cuidado corresponsable, la compañía, la conversación a propósito del mundo y de la vida, y la hospitalidad. Tal vez sea éste otro momento inaugural para la educación.

“Emanuel no podía salir al patio de su casa porque el miedo de que ese virus lo atrapara lo tenía paralizado… Y fue un cuento, la voz de su maestra la que pudo contenerlo y acariciarlo con sus palabras, la que lo ayudó a salir, la que le tendió la mano para aprender juntxs”.

(De las historias cotidianas en tiempos de pandemia)
http://fls.org.ar/online/wp-content/uploads/2020/06/para-juanito-21-web.pdf

Prof. María Fernanda Giqueaux

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