¿Cara y seca?
Sí, hay algo que nos hace ruido en este título.
¿Tiene una falta de ortografía o una significación diversa?
En las últimas décadas hay una actitud diferente con respecto al patrimonio artístico, nuevas relaciones con la cultura en general y con la obra de arte en particular.
Nicolás Bourriaud habla de una tipología de la post producción que se esboza en obras que reprograman las existentes, habitan estilos y formas historizadas, hacen uso de las imágenes o utilizan a la sociedad como un repertorio de formas. Éstas prácticas artísticas, formalmente heterogéneas, tienen en común el recurso a formas ya producidas. Atestiguan una voluntad de inscribir la obra de arte en el interior de una red de signos y significaciones.
Escribe Gilles Deleuze que la pregunta artística ya no es: “¿Qué es lo nuevo que se puede hacer?”, sino más bien:»¿Qué se puede hacer con?». Vale decir: ¿cómo producir la singularidad, cómo elaborar el sentido a partir de esa masa caótica de objetos, nombres propios y referencias que constituye nuestro ámbito cotidiano?
Tiempo atrás, reflexiona Bourriaud, las cosas y los fenómenos nos rodeaban, hoy parecen amenazarnos bajo la forma espectral de desechos que persisten después de su evaporación, vivimos en pleno exceso, entre archivos atestados y productos cada vez más perecederos. Hemos visto crecer de manera considerable la esfera de lo residual: esto se vincula con lo no asimilable, lo prohibido, lo inutilizable, lo inútil… Un residuo, nos informa el diccionario, es lo que cae cuando se fabrica una cosa.
A partir del siglo XX, uno de los objetivos de las vanguardias políticas y artísticas fue que lo excluido saliese a la luz, llevando lo devaluado a las producciones artísticas.
Lo exformal, nos dice el autor citado, se propone presentar el lugar donde se desarrollan las negociaciones fronterizas entre lo excluido y lo admitido, entre el producto y el residuo. La forma atrapada en un procedimiento de exclusión o de inclusión. Es decir, a todo signo transitando entre el centro y la periferia. El gesto de la expulsión y el residuo que se deriva de este.
Cara y seca, nos induce a pensar, a relacionar.